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Mediocracia Electoral: Narcosis y Silencio

Publicación

José Miguel Montoya Morales

19/2/23, 3:00 p.m.

José Miguel Montoya Morales

En cara a las elecciones que habrá en México el próximo 2 de junio, poner bajo lupa al proceso electoral parece competente. Las líneas que tomará este ensayo se basan desde el enfoque de la filosofía política, en concreto, la acción de gobierno y el efecto social de los medios. Se pretende exponer que el mínimo indispensable del ejercicio democrático, las elecciones, están viciadas de raíz. Esto cómo resultado del conformismo social y de la espiral del silencio, fenómenos mediáticos que impactan en lo social, económico, y político. A través del bombardeo de información se moldean individuos conformes, sin voz, sin criterio propio, y sin opinión pública.


“A través del bombardeo de información se moldean individuos conformes, sin voz, sin criterio propio, y sin opinión pública.”

A través de efectos diversos que se profundizarán, los medios logran en gran medida impactar en la calidad del sistema democrático en dos dimensiones claras. La primera es que alteran el proceso de decisión de los ciudadanos para designar a un representante. La segunda, que desincentivan la participación activa alejando al ciudadano de la esfera pública y, por lo tanto, de su fuerza. Como resultado, un “demos” que no tiene el “kratos”, donde no hay libertad, no hay fuerza en la opinión pública y donde no hay pluralismo. Si ese es el fundamento del sistema democrático, sería entonces un sistema incompleto y disfuncional, un sistema fallido. Las elecciones son un proceso no un fin, si el proceso no es libre y plural, entonces el medio no puede llevar al fin.


Enfoque de Acción de Gobierno: Democracia


La palabra democracia viene del griego demokratia, si se traduce al español quiere decir “poder del pueblo”, ya que se compone de demos, "pueblo", y de kratos, "poder" (Sartori, 2009). Las elecciones son un instrumento importante de formación moral e intelectual de la ciudadanía, porque suponen el ejercicio de derechos electorales y políticos (Fukuyama, 2014). La naturaleza de un instrumento de este tipo requiere de una pluralidad de opiniones fundada en una pluralidad de valores (Sartori, 2009). Las elecciones expresan la opinión pública en su conjunto, no pueden ser libres si las opi­niones son impuestas. Cuando se acuñó la expresión demokratía, los eruditos de la época objetaban en contra de la democracia pues argumentaban que el pueblo no tenía la capacidad intelectual para ejercer su poder. Con ese mismo argumento, Platón decía que un filósofo-rey debía gobernar, pero se le refuta que a la democracia le basta con que el público tenga opiniones. El pueblo no ejerce poder por volun­tad ciega, ni tampoco lo hace con el conocimiento de un filósofo, sino que lo ejerce a través del doxa, la opinión (Sartori, 2009). Generando así una acción de gobierno democrática fundada en la opinión. La idea de democracia ha existido al menos desde la antigua Atenas y, sin embargo, no se institucionalizó en ninguna parte del mundo hasta finales del siglo XVIII.


Los cambios en las instituciones políticas deben entenderse en el contexto del crecimiento económico, la movilización social y el poder de las ideas relacionadas con la justicia y la legitimidad. La movilización social implica que diferentes partes de la sociedad tomen conciencia de sí mismas como personas con intereses e identidades compartidas (Fukuyama, 2014). La clave de la idea de identidad para Fukuyama es la noción de que puede haber una disfunción entre el yo interior y auténtico, y las normas o prácticas sociales sancionadas por la sociedad que lo rodea. En 1970, durante la tercera ola democrática, las ideas fueron propagadas rápidamente a lo largo de las fronteras internacionales y a través de la radio y la televisión (Fukuyama, 2014).


Para poder entender mejor el fenómeno democrático es importante hacer referencia a las ideas liberales desde la perspectiva individualista y pluralista. En primera instancia la idea moderna de libertad, es una libertad negativa donde el límite son los derechos de los demás, asegurando los derechos de los individuos y donde la soberanía del individuo se da en su vida privada. Según Constant (1819), la libertad antigua considera la formación de la virtud y la participación colectiva, mientras que la moderna disocia al individuo de la vida política. Por un lado, tenemos a los individualistas que buscan, por encima de todo, la autosuficiencia, y por otro, a los pluralistas que buscan el autogobierno. Para Tocqueville (1835), el autogobierno se da cuando la libertad se perfecciona al buscar el bien personal y el bien común. Las asociaciones promueven la moderación y el pluralismo. Montesquieu (1766) y Tocqueville (1835) promovían más bien una acción de gobierno democrática descentralizada basada en el diálogo entre asociaciones intermedias, moderadas y pluralistas.Mientras que Hobbes (1994) y Rousseau (2011) consideraban que la soberanía estaba totalmente desvinculada de los demás. Así, el gobierno se disocia de la sociedad y se vuelve imposible el diálogo y la verdadera participación política. Esta última es la idea de soberanía que en general ha prevalecido como fundamento en el accionar de los gobiernos.


Según Sáenz (2005), el hombre moderno muestra una notoria falta de interioridad y un marcado subjetivismo. La percepción de funcionalización del hombre y el ritmo acelerado de la vida contribuyen a esta falta de interiorización. La falta de interioridad del hombre contemporáneo se manifiesta en su orientación hacia el exterior cómo la pérdida de la capacidad de reflexión y la prevalencia del culto a la cantidad sobre la calidad. El hombre contemporáneo se presenta como un ser desarraigado, desheredado, carente de vínculos profundos y orientado hacia un futuro sin conexión significativa con su pasado ni con su entorno inmediato. También, presenta la peculiaridad de su inserción en la masa, alcanzando en muchos casos la condición de "hombre-masa". Así el hombre masa dentro de una sociedad individualista que no ve necesidad de participar en la vida pública es conducido al conformismo y al silencio donde se conforma con “solucionar” sus asuntos personales y se olvida que lo personal es político. En una democracia donde los ciudadanos no son libres, desde el punto de vista clásico, es casi imposible conseguir la verdadera pluralidad.


 Enfoque del efecto social de los medios


“Los efectos de los medios son un tema de discusión muy popular. Afortunadamente, los académicos han producido una extensa literatura de investigación que revela que los medios, de hecho, ejercen todo tipo de influencia sobre nosotros. Pueden ser positivos como negativos. Pueden manifestarse claramente como cambios, pero también pueden reforzar patrones existentes (…) También pueden afectar a las instituciones y a la sociedad.” (Potter, 2012, p. 15 y 38)


Este ensayo parte de la idea de que la experiencia y la autoridad suelen ser la fuente a la que se limitan los individuos para profundizar en el conocimiento. Aquí se busca aplicar un enfoque más bien científico con la intención de poder describir patrones generales acerca de la interacción de los medios con la sociedad. Esto a través de la interpelación de conceptos, que en este caso son los medios y la democracia.


Desde el origen de los medios masivos de comunicación en el siglo XX se han distinguido paradigmas en la investigación que se dividen en fases según las teorías de los efectos de los medios (Bryant et al., 2013). Se profundizará en la fase de los efectos limitados donde los estudios parten desde un enfoque del individuo y que en su generalidad buscan explicar el fenómeno de la persuasión a través de varios modelos. Por otro lado, cerraremos con la fase del redescubrimiento de los efectos poderosos donde se argumenta que los efectos no empiezan en el individuo, sino en la sociedad, y que coincide temporalmente con la tercera ola democrática.


Fase efectos limitados: Conformismo social


“Los medios no solo afirman el estatus quo, sino que omiten suscitar cuestiones esenciales sobre la estructura de la sociedad.” (Lazarsfeld y Merton, 1948, p. 24) El origen del concepto de la "disfunción narcotizante" se remonta a los estudios realizados por Lazarsfeld y Merton (1948) en el ámbito de la comunicación de masas encontraron que los medios pueden conducir a la renuncia de las facultades críticas y al conformismo. Identificaron que la exposición constante a información, no siempre conducía a una mayor participación activa en la vida cívica. Sugirieron que, en algunos casos, la información acumulada podría tener un efecto narcotizante, haciendo que las personas se sientan informadas pero sin motivación para actuar. Este concepto destaca la importancia de no solo analizar la cantidad de información que se consume, sino también cómo esa información afecta el compromiso y la acción de la audiencia.


Según Chomsky (2016) en su famosa publicación, Diez Estrategias de Manipulación Mediática, establece que el elemento más importante del control social es la estrategia de distracción, mediante la técnica del diluvio de información sin importancia y superficial. “Mantener la atención del público distraída, lejos de los verdaderos problemas sociales, cautivada por temas sin importancia real.” (Chomsky, 2016, p.1) Se busca mantener al público sin la capacidad de comprender las tecnologías y métodos utilizados para su control. Distraídos, con información insignificante, ocupados y sin pensar se acentúa la conformidad de la sociedad y del individuo en su vida privada.


“Distraídos, con información insignificante, ocupados y sin pensar se acentúa la conformidad de la sociedad y del individuo en su vida privada.”

Klapper (1960), quién fue alumno de Lazarsfeld, formuló la continuación de la disfunción narcotizante a través de la teoría del efecto del refuerzo. Justificado por la exposición, percepción y atención selectiva; los grupos y sus normas; la difusión interpersonal; los liderazgos de opinión; y de la naturaleza comercial mediática; los medios no son agentes de cambio sino de continuidad. Los medios suelen ser más persuasivos cuando su función es el refuerzo del estatus quo o de la opinión pública. Así no solo se narcotiza a los individuos, sino que se refuerzan patrones preexistentes, generando un círculo vicioso. Una buena decisión es aquella que conlleva un buen proceso. Se pretende demostrar que la decisión de votación no lleva un buen proceso, para eso es necesario introducir el modelo de probabilidad de elección de Petty y Cacioppo (2012). Se busca normalmente tomar decisiones correctas, pero no es posible considerar todos los aspectos involucrados en las decisiones. El objetivo por parte de los partidos políticos es persuadir a la población en la manera de lo posible, para apoyarlos en su proyecto político a través del voto. Se da el mismo ejercicio cada 6 años. Por eso a lo largo de un sexenio, los representantes políticos deben legitimar su imagen y su acción de gobierno encontrando puntos de encuentro entre la opinión pública y sus políticas públicas.


En estos puntos de encuentro, el papel de los medios se vuelve fundamental para la creación de legitimidad o bien para su efecto contrario. Mientras que el grupo en el poder utiliza sus instrumentos mediáticos para preservarlo, la oposición utiliza los suyos para ocupar su lugar. ¿Cómo persuadir a un público tan heterogéneo sobre la mejor o peor opción? Bien, según Petty y Cacioppo (2012) existen dos rutas a tomar para este objetivo, al final de la argumentación será fácil identificar cuál de las dos rutas es mayormente tomada por los grupos de poder para generar su comunicación mediática.


Petty y Cacioppo (2012) establecen que por un lado tenemos la ruta central, aquella que explica concretamente el mensaje y que requiere de un cierto esfuerzo cognitivo. Necesita también de ciertos conocimientos previos que permitan asimilar conceptos y conectarlos. Previamente se argumentó que los individuos en su mayoría suelen estar desconectados de la vida pública, por lo que este esfuerzo puede ser muy complejo. Sin embargo, es la ruta que demuestra efectos más duraderos, pues la asimilación es profunda, pero no es la ruta con mayor impacto. Por otro lado, la ruta periferal es un atajo que acepta o rechaza un mensaje, donde la persuasión se da sin mencionar los asuntos centrales del mensaje. Lo que significa que existen sesgos en la aprehensión de conceptos, ideas y propuestas. Esta ruta es más inmediata, pues requiere de un esfuerzo cognitivo mucho más bajo y que, por eso mismo, suele tener mayor impacto. Sin importar que ruta se tome, suele haber un concepto clave muy utilizado para la persuasión en la toma de decisiones y el futuro comportamiento de los individuos, el miedo. Este concepto es uno de los efectos emocionales más estudiados en el ámbito de los medios de comunicación. El miedo asignado por los medios se basa en una actividad cognitiva de imaginar lo que podría ocurrir en el futuro, ya sean desastres, accidentes o tragedias. Este aspecto se puede ver en muchas campañas publicitarias a lo largo de los años, que básicamente se centran en difundir incertidumbre, rechazo y miedo. Cualquier acercamiento con la realidad no parece ser mera coincidencia.


Fase del redescubrimiento de los efectos poderosos: La espiral del silencio


Lo importante ya no son los medios, sino su relación con todo el conjunto de conocimientos sobre la realidad social. Los medios no presentan la realidad tal como es, aunque ayudan a conocerla de alguna forma. En esta relación, Noelle-Neumann (1974) identifica tres características relevantes de los medios de comunicación que no habían sido estudiados dentro del modelo de efectos limitados. La acumulación de mensajes que se basa en la repetición, la consonancia que se basa en la estructura de un mensaje diseñado para “encajar bien” y la omnipresencia que se refiere a la disponibilidad para todos. Según Noelle-Neumann (1993), la opinión pública es la piel social. Aquí la opinión pública se parte en dos concepciones opuestas, para entender cómo es que los medios ejercen la espiral del silencio, hay que poder diferenciar una de la otra. La primera concepción es la racional, donde la opinión pública requiere de procesos de deliberación para la formación de acuerdos sociales y un funcionamiento básico para la interacción con los demás (Habermas, 1991). En otras palabras, es una deliberación racional fuera de las estructuras del Estado, de libre acceso y libre participación. Por el contrario, la segunda concepción se refiere a la opinión pública como control social, mediante la fuerza coercitiva del colectivo al individuo. La opinión pública funge como tribunal y fuente de cohesión pública, creando el miedo al aislamiento de los individuos. De esta manera, los grupos influencian las actitudes de las personas.


La amenaza del aislamiento que viene desde nuestra estructura social; el medio al aislamiento experimentado por el individuo; el sentido cuasi estadístico; la disposición a hablar o callar; finalmente, en su conjunto a lo largo del tiempo, explican al fenómeno de la espiral del silencio. Noelle-Neumann (1974) sugiere que no hay palabras si los medios no las suscitan, la opinión pública se expresa a través de las palabras que ofrecen los medios. Por ejemplo, chairos y fifis son términos mediáticos, que durante el sexenio de López Obrador, se han utilizado para categorizar y expresar opiniones de las diferentes posturas políticas. Es decir, si las personas no reconocen sus propias posturas en los mensajes de los medios, habitualmente no saben cómo expresarlo. Para Noelle-Neumann, la opinión pública tiene dos fuentes: los medios de comunicación y la observación directa de la realidad. Ambas fuentes pueden apuntar en la misma dirección, pero pueden divergir. Momento de recordar nuevamente el concepto de pluralidad, la existencia de variedad, diversidad, o heterogeneidad. Ya que el humano es ser social, no se elige exactamente dónde posicionarse, sino con quién estar (Noelle-Neumann, 1974). Se deben agregar factores adicionales. En primer lugar, la tendencia a hablar o callar es más pronunciada si el asunto está cargado de un aspecto moral o ético, está es la dimensión moral. En segundo lugar, desde la dimensión del rol de los medios, estos presentan posturas que se interpretan como mayoritarias.


Chairos y fifis son términos mediáticos, que durante el sexenio de López Obrador, se han utilizado para categorizar y expresar opiniones de las diferentes posturas políticas.”

Los medios, por lo tanto, crean el ambiente al que la gente reacciona, en lugar de expresar la opinión pública. Esto genera efectos que contradicen varios principios de pluralidad, libertad, e imparcialidad de las elecciones. Efectos en una dimensión cognitiva relacionada con el conocimiento y la adquisición de información, a través de la persuasión periferal y en congruencia con la disfunción narcotizante. Así como en una dimensión afectiva, con las actitudes y las emociones, especialmente a través del miedo y el control. También se dan efectos en el nivel micro, enfocados en el individuo o audiencias pequeñas, manifestándose con el conformismo social; así como en el nivel macro enfocados en la sociedad al completo o en la cultura del entorno, con la espiral del silencio.


El medio no lleva al fin


La democracia es el poder del pueblo y la opinión pública, su piel social; ambas deberían relacionarse íntimamente a través de asociaciones intermedias como sostendría Tocqueville. La voluntad de participar en la esfera pública, la creación de virtudes, y el diálogo son claves para generar un mejor ambiente en una sociedad que desconfía de los demás. Sin embargo, los efectos analizados en esta investigación parecen arrojar un panorama completamente opuesto. El conformismo social causado por la disfunción narcotizante, el refuerzo de conductas preexistentes a través de una persuasión periferal, la opinión pública utilizada como control social y la espiral del silencio, son serios problemas a tratar. Dicho todo lo anterior, en un sistema democrático donde el proceso de opinión no tiene una decisión libre y razonada, el proceso electoral tampoco lo es. Si las opi­niones son impuestas, las elecciones no son libres. Para aprender hay que desaprender, para construir hay que deconstruir. Si la raíz del árbol no es sana, entonces el fruto tampoco. Una respuesta suele llevar a otra pregunta. Las elecciones son un proceso no un fin, si el proceso no es libre y plural, entonces el medio no puede llevar al fin. ¿Acaso ser conscientes de esta disfunción es suficiente para crear un cambio más humanista o bien solo es el primer paso para encontrar otras preguntas que podrían ayudar a ese fin?.


“El mundo moderno comenzó cuando el individuo se separó de su casa, su familia y su fe (...) hoy se acaba en un conformismo universal… Debemos (…) reanudar las críticas de nuestras sociedades satisfechas y adormecidas, despertar a las conciencias anestesiadas por la publicidad.” (Paz, 1992, p. 7)


Referencias:


  1. Bryant, J., Thompson, S., & Finklea, B. W. (2013). Fundamentals of media effects.

  2. Chomsky, N. (2016). Diez estrategias de manipulación mediática. Archipielago. Revista Cultural De Nuestra América, 19(73). Recuperado de https://www.revistas.unam.mx/index.php/archipielago/article/view/55996

  3. Constant, B. (1819). The Liberty of Ancients Compared with that of Moderns (1819).

  4. Fukuyama, F. (2014). Political order and political decay: From the Industrial Revolution to the Globalization of Democracy. Macmillan.

  5. Habermas, J. (1991). The structural transformation of the public sphere: An inquiry into a category of bourgeois society. MIT press.

  6. Hobbes, T. (1994). Leviatán o la materia, forma y poder de una república eclesiástica y civil. México, Fondo de Cultura Económica.

  7. Klapper, J. T. (1960). The effects of mass communication. Free Press.

  8. Lazarsfeld, P., & Merton, R. (1948). Mass Communication, Popular taste and Organized Social Action.

  9. Montesquieu. (1766). The spirit of laws: Volume I. J. Nourse, and P. Vaillant.

  10. Noelle-Neumann, E. (1974). The spiral of silence: a theory of public opinion. Journal of communication, 24(2), 43-51.

  11. Noelle-Neumann, E. (1993). The spiral of silence: Public opinion--Our social skin. University of Chicago Press.

  12. Paz, O. (1992). La democracia: lo absoluto y lo relativo. Vuelta, (184).

  13. Petty, R. E., & Cacioppo, J. T. (2012). Communication and persuasion: Central and Peripheral Routes to Attitude Change. Springer Science & Business Media.

  14. Potter, W. J. (2012). Media effects. Sage publications.

  15. Rousseau, J. J. (2011). Discurso sobre las ciencias y las artes: Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres; El contrato social.

  16. Sáenz, A. (2005). El hombre moderno: Descripción fenomenológica. Editorial Gladius. https://isfdnsfatima.files.wordpress.com/2010/06/1-el-hombre-moderno.pdf

  17. Sartori, G. (2009). La democracia en treinta lecciones.

  18. Tocqueville, A. D. (1835). Democracy in America. London: Saunders and Otley.


Publicado en Dissensio edición 1, con el título "Mediocracia electoral", página 7


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