La puesta en escena de la política actual
Publicación
Adriana Benítez González
6/2/23, 3:00 p.m.

“Quien controla el pasado, controla el futuro. Quien controla el presente, controla el pasado” (Orwell, 1949, p. 32).
El medio principal por el que conocemos las cosas y la medida en que solemos percibir la realidad democrática es en parte producto de las decisiones de entes corporativos, la intervención del poder político, periodistas, gigantes mediáticos. Su función se ha concentrado en establecer la forma de interacción social política y la producción de imágenes e información específica. Sutilmente, los medios de comunicación, perturban la memoria colectiva de manera intrusiva y fríamente calculada.
“Sutilmente, los medios de comunicación, perturban la memoria colectiva de manera intrusiva y fríamente calculada”
Por lo tanto, ¿por qué razón recordamos solamente eventos negativos de gobiernos anteriores? Hoy México vive una crisis democrática o así es como nos lo presentan los medios, ya sea por causas internas o externas transmitidas a través de notas amarillistas con títulos como la corrupción del PRI, la deslegitimación del INE, chairos vs. fifis, narcopresidente, o percepciones que relacionan a la política mexicana con un show mediático, grillero y burdo. Como espectadores percibimos una agenda pública inestable.
Inmersos en una “supuesta” democracia, y ante las expectativas de vivir el periodo electoral sin manipulación; deberíamos coincidir en que es de vital importancia para nuestra salud pública, conocer la forma en cómo los grandes entes mediáticos influyen dentro de la percepción que tenemos acerca de la política mexicana actual, es decir, ¿cómo operan?

Alexis de Tocqueville, expresa tal preocupación en “Democracy in America” (2000), donde dada una degeneración centralizada de la administración pública, la defensa de nuestra verdadera libertad implicaría una participación activa en los asuntos públicos inmediatos. Cuando la acción de gobierno se desvirtúa por una totalitaria intervención en el bien de la sociedad, vamos encaminados a la complejidad y la entropía. La acción de gobierno transiciona de una visión idealista, a una pragmática, con la intención de manipular.
Maxwell McCombs y Donald Shaw (1972) presentaron la teoría de la agenda setting, con el fin de argumentar cómo los medios de comunicación estructuran nuestra forma de ver el mundo a través de historias, para saber lo que pasa y como está pasando, y con ello guiar nuestras decisiones democráticas.
Los seres humanos recolectamos un cúmulo de narraciones filtradas a través del tiempo, ya sea para bien o para mal; creamos esquemas mentales para facilitar nuestra interpretación del mundo en temas con los cuales no estamos habituados, con lo que es cognitivamente más disponible, nuestra memoria.
Gracias a los descubrimientos que hicieron Maxwell McCombs y Donald Shaw (1972), a partir de la elección presidencial de EE. UU. de 1968, mostraron como existía una relación directa entre los temas prioritarios de los medios y los problemas prioritarios públicos. Para medir la agenda pública, se basaron en el análisis sistemático del contenido de los temas cubiertos en nueve fuentes principales —noticias de televisión de red, periódicos de élite y locales, y revistas de noticias—, utilizadas por los votantes de Chapel Hill. El grado de importancia que le asignó cada votante dependía de su grado de prominencia en las noticias, medido en un tiempo determinado.
Neta Kligler-Vilenchik presentó el término de memoria mediática como “el conjunto de eventos pasados más relevantes en los medios, y la agenda de memoria pública - los eventos pasados percibidos por individuos como más importantes” (p. 226). El autor argumentó en “Memory-Setting: Applying Agenda-Setting Theory to the Study of Collective Memory”(2011), que a pesar de que los efectos de los medios no sean tan poderosos directamente como aparentan, actúan de manera sutil en el forjamiento de la agenda de memoria mediática. Por lo que, recalca la importancia de medir qué tipo de eventos resguardamos, y no enfocarse en responder él cómo vamos a recordarlos, ya que podría variar respecto a cada persona.
La forma en la que conocemos la historia, se da a través de lo que los medios nos presentan. Orwell señaló en Recuerdos de la guerra de España (1938), al sistema como el mal de todos los males, "si el líder dice de tal evento esto no ocurrió, pues no ocurrió. Si dice que dos y dos son cinco, pues dos y dos son cinco. Esta perspectiva me preocupa mucho más que las bombas" (p. 113). Y Tocqueville (2000) lo condenó como la tiranía de la mayoría.
Dentro de lo conocido como política actual, los eventos que más han resonado en los medios han sido aquellos a cuyo contenido mediático se le ha asignado mayor valor, con el paso del tiempo. Es decir, los medios de comunicación moldean la importancia de los eventos históricos, priorizando aquellos que tienen mayor relevancia o consecuencias en el presente. Tales efectos de las narraciones, tienen la capacidad intencionada de estructurar el conocimiento de las audiencias.
La actual administración es un ejemplo del buen manejo de la agenda de los medios, basando su piso de legitimidad y apoyo para ganar las elecciones de 2018, en eventos trascendentes del pasado calificados como corruptos. Otro ejemplo se presenta a unos pocos meses de ejercer el voto, los medios de comunicación priorizan, como es de esperarse, las noticias cuyos títulos polarizan y remarcan actitudes particulares de cada candidato presidencial.
No sorprende, que lo poco que conozca de política un ciudadano promedio, se deba a los enfoques que encuadran características específicas de los candidatos y de noticias amarillistas que buscan mayor número de lectores. Vivimos de los estereotipos que vemos en los medios (Lippman, 1922).
Walter Lippman (1922), precursor de la teoría de la agenda setting, publicó Public Opinion, trabajo crítico en el que se presentó como un “ideólogo de la propuesta de que unos pocos sabios guíen al “rebaño desorientado”, así́ como del empleo de los medios de información para la “fabricación del consenso” en favor de posiciones políticas que sirvan a los intereses de la élite” (Mcchesney, 2013, p. 40). De manera objetiva, los medios no se encargan de decirle a la gente que hacer, sino plantar la imagen que muestre lo que quieren que hagas.
“De manera objetiva, los medios no se encargan de decirle a la gente que hacer, sino plantar la imagen que muestre lo que quieren que hagas”

Un ejemplo claro, es la propaganda electoral al inicio de las campaña, cuya intención recae en dar a conocer el perfil del candidato, es decir, ponerle un nombre al rostro para que se apropie de la memoria de las personas. Así cuando pensemos en personajes como Claudia Sheinbaum, o Álvarez Maynes, tengamos presente aspectos físicos disponibles visualmente que relacionen aspectos tan sencillos como una coleta alta y una sonrisa de oreja a oreja, haciendo amigable al personaje. Aspectos primordialmente físicos se convierten en el mejor producto de un político.
Este fenómeno se cultiva dentro de nuestra memoria colectiva, debido a lo que la teoría de agenda setting determina como la segunda gran consecuencia; destacar los atributos del evento. Una investigación realizada en Navarra (España), bajo la dirección de McCombs y López-Escobar, con ocasión de las elecciones regionales y municipales celebradas el 28 de Mayo de 1995, “demostró que los periodistas dieron prioridad en sus informaciones sobre la campaña a las características personales de los candidatos” (Escobar, McCombs, Rey, 1996, p. 3).
A pesar de la complejidad de la agenda setting, por el grado de intervención en el establecimiento de la agenda, se hacen cada vez más claros sus efectos en etapas de elecciones electorales, con la intención de orientar a las personas, y en este caso, a los votantes indecisos, cuyo voto se encuentra indefinido o cuestionado. La mayor parte de su decisión va a recaer en los medios que consuma en su momento; ¿cuál será la narrativa que establezca el medio?, ¿es un medio noticiosa de derecha o de izquierda? En consecuencia, creará percepciones para presionar la elección del votante.
Estas percepciones, conocidas como frames, sugieren cierto tipo de enfoques para promover una definición concreta de la situación. Son utilizadas tanto por los medios como por los políticos para establecer la narrativa. Andrés Manuel López Obrador, se pone en escena de la mano de un mensaje moralizador, evocando referencias religiosas para conectar con su electorado.
“Su discurso rompe con el marco dominante —la corrupción— y lo transforma por el marco de un nuevo orden político y social —la cuarta transformación—. Los problemas solo existen cuando son interpretados como tales” (Amparán, 2023, p. 137).
Si lo que buscamos es tomar elecciones democráticas frente a un estado intervencionista, los medios deberían propagar buenos estereotipos, hechos por buenos especialistas. Dejando de lado intereses políticos y económicos. Una idea ingenua frente a una sociedad cada vez más compleja. Ante la información que se nos presenta, está en nosotros cuestionar las intenciones de los medios.
George Orwell (1949), novelista británico, sedujo a la población a través de su trágica obra 1984, y remarcó claramente la confabulación del sistema en el que vivimos. “Esta era la más refinada sutileza del sistema: inducir conscientemente a la inconsciencia, y luego hacerse inconsciente para no reconocer que se había realizado un acto de autosugestión. Incluso comprender la palabra doblepensar implicaba el uso del doblepensar” (p. 41-42).
Lo único que recordamos son los temas que nos presentan los medios, actores infiltrados, forasteros. Orwell, predijo estos momentos de control invasivo, sutil y estratégico y Tocqueville lo condenó. Complejo como pelar una cebolla, la forma en que funciona el sistema de medios evita que descubramos el entramado de intervención en el establecimiento de la agenda.
Referencias:
Amparán, A. C. (2023). El framing del ritual político (Las mañaneras). Más poder local, (53), 125-144.
Kligler-Vilenchik, N. (2011). Memory-Setting: Applying Agenda-Setting Theory to the Study of Collective Memory. En M. Neiger, O. Meyers y E. Zandberg (Eds.), On Media Memory. Palgrave Macmillan Memory Studies. Palgrave Macmillan. https://doi.org/10.1057/9780230307070_17
López-Escobar, E., McCombs, M., & Rey-Lennon, F. (1996). La imagen de los candidatos: el segundo nivel de la agenda-setting.
McChesney, R. W. (2013). Aquello es ahora, y esto fue entonces: Walter Lippmann y la crisis del periodismo. CIC. Cuadernos de información y comunicación, 18, 39-49.
McCombs, M., & Valenzuela, S. (2007). The agenda-setting theory. Cuadernos de información, (20), 44-50.
Orwell, G. (1949). 1984. Londres, Inglaterra: Secker and Warburg.
Orwell, G. (1938). Recuerdos de la guerra de España. Londres: Secker & Warburg.
Tocqueville, A. de. (2000). Democracy in America (D. Winthrop & H. C. Mansfield, Trans.). Chicago: University of Chicago Press.
Publicado en Dissensio edición 1, con el título " La puesta en escena de la política actual", página 25