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La espada de doble filo: Revelando el lado oscuro de la manipulación de las redes sociales

Publicación

Rodrigo Esteve García

9/4/24, 3:00 p.m.

Rodrigo Esteve García

Las redes sociales se han entrelazado en el tejido de nuestra vida diaria. Desde fomentar conexiones entre continentes hasta ofrecer información constante, sin lugar a dudas ha revolucionado la forma en que nos comunicamos y accedemos al conocimiento. Sin embargo, detrás de este avance se esconde una vulnerabilidad: su susceptibilidad a la manipulación. Esta manipulación, ejecutada mediante un sofisticado arsenal de técnicas como cuentas falsas y burbujas de filtro, plantea una grave amenaza para los individuos, las sociedades y los cimientos mismos de la democracia. Las redes sociales son un mundo multifacético de manipulación, que analiza los métodos empleados, explora las consecuencias de gran alcance y encuentra un enfoque múltiple para mitigar estos impactos negativos. Es fundamental avanzar con la integridad de la información y la confianza en las redes sociales. La confianza se define comúnmente como una actitud (Jones, 1998) y se sabe que está determinada por los pensamientos, sentimientos e intenciones de comportamiento de los individuos (Clark, 1997). La confianza y la veracidad deben ser la base y la máxima prioridad de las redes sociales porque, desde su nacimiento, tienen el poder de influir en miles de millones de personas cada día.


En las décadas de 1980 y 1990, el sitio de noticias de tecnología Digital Trends, el crecimiento de Internet permitió la introducción de varios servicios de comunicación en línea como CompuServe, America Online y Prodigy. Presentaron a los usuarios la comunicación digital a través del correo electrónico, mensajes en tableros de anuncios y chats en línea en tiempo real. Esto llevó al surgimiento de las primeras redes sociales, comenzando con el efímero servicio de carga de perfiles Six Degrees en 1997. A este servicio le siguió en 2001 Friendster, que permitía a los usuarios crear perfiles, conectarse con amigos y compartir contenido como medios. y vínculos con individuos en su red social. Estas primeras y rudimentarias plataformas atrajeron a millones de usuarios y permitieron el registro de direcciones de correo electrónico y nombres de usuario para establecer contactos básicos en línea. Los weblogs, o blogs, otra forma temprana de comunicación social digital, comenzaron a ganar popularidad en 1999 con el lanzamiento del sitio de publicación LiveJournal. Esto coincidió con el lanzamiento de la plataforma Blogger, por parte de la empresa de tecnología Pyra Labs, que fue comprada por Google en 2003. Un año antes, en 2002, se fundó LinkedIn como un sitio de networking para profesionales con vocación profesional, conectando a personas de entornos laborales e industrias. En 2020, había crecido a más de 675 millones de usuarios en todo el mundo. Sigue siendo el sitio de redes sociales elegido por quienes buscan empleo, así como por los gerentes de contratación que buscan candidatos calificados; Es fantástico para cazatalentos y para personas que buscan trabajo. De igual manera, en 2003, se lanzó Myspace y, en 2006, era el sitio web más visitado del planeta, impulsado por la capacidad de los usuarios de compartir nueva música directamente en sus páginas de perfil. De aquí en adelante, han habido muchos sitios que han ido y venido, pero todos con el objetivo final de conectar a las personas. El objetivo de las redes sociales es conectar a las personas, pero se han desviado del camino que se utiliza severamente para monetizar y manipular a las personas. Ahora más que nunca, las personas están conectadas a Internet, pero la verdadera pregunta persiste: ¿están realmente conectadas entre sí?


Hay muchos métodos insidiosos que utilizan las redes sociales para mover y alterar sutilmente la visión que las personas tienen del mundo. Comprender estas técnicas puede darnos una pista sobre cómo abordar mejor estos problemas. Una táctica frecuente implica la creación de cuentas falsas y no personales, a menudo robots automatizados, que amplifican narrativas u opiniones específicas. Estos fantasmas digitales pueden inundar las plataformas con contenido, inflando artificialmente la popularidad de ciertas ideas o creando la ilusión de un apoyo u oposición generalizada. Además, los algoritmos de las redes sociales, diseñados para personalizar el contenido según las preferencias del usuario, pueden crear cámaras de eco y burbujas de filtro. Dentro de estos silos de información que se refuerzan a sí mismos, los individuos están expuestos principalmente a puntos de vista que se alinean con sus creencias existentes, solidificando sus perspectivas y dificultando la exposición a puntos de vista diversos. Las cámaras de eco exponen a las personas sólo a opiniones extremas, lo que refuerza los prejuicios existentes y obstaculiza el diálogo constructivo entre ideologías opuestas, creando una burbuja de “nosotros contra ellos” a su alrededor, demonizando al otro lado conduciendo a la división. Las campañas de desinformación, la difusión deliberada de información falsa o engañosa, aprovechan estas cámaras de eco para sembrar confusión, manipular la opinión pública o influir en los acontecimientos. Los actores maliciosos, que van desde entidades respaldadas por el Estado hasta grupos políticos, pueden envenenar lentamente las redes sociales para lograr sus agendas. En México, el actual presidente Andrés Manuel López Obrador utiliza las redes sociales para disipar información sobre su campaña, haciendo que parezca que es lo correcto, incluso si solo está en juego su agenda. Muchas cosas han salido mal en su mandato y son culpa suya, pero usando las redes sociales y los medios de comunicación en general hace parecer que está haciendo lo correcto y que él es el futuro de México.

“Hay muchos métodos insidiosos que utilizan las redes sociales para mover y alterar sutilmente la visión que las personas tienen del mundo. Comprender estas técnicas puede darnos una pista sobre cómo abordar mejor estos problemas”

La manipulación de las redes sociales está muy extendida y ya ha afectado el mundo, corrompiendo aún más la sociedad. El constante aluvión de contenidos manipulados erosiona la confianza en las fuentes de información. A medida que los usuarios encuentran narrativas contradictorias e información demostrablemente falsa, se vuelven escépticos y confían menos en la información que encuentran en línea. Esta erosión de la confianza puede tener un efecto paralizante en el discurso público y el compromiso cívico. Además, la manipulación de las redes sociales alimenta la polarización social (Del Vicario, 2016). Esta polarización puede provocar malestar social y obstaculizar los esfuerzos para abordar cuestiones complejas; también puede afectar los sistemas gubernamentales. Los cimientos mismos de una democracia sana, en la que ciudadanos informados participen en la toma de decisiones, se ven amenazados por el control de la información que causa división dentro de una sociedad.


Una de las técnicas más comunes implica la creación de cuentas falsas y bots automatizados para amplificar ciertas narrativas u opiniones. Una tropa cibernética se centra en ejecutar todas estas técnicas para manipular y alterar fácilmente las opiniones de las masas. Las tropas cibernéticas utilizan cuentas reales y falsas para difundir propaganda computacional (Bradshaw, 2021). Estas cuentas también pueden ser "curadas por humanos" o pueden usar la automatización. Estas entidades pueden inundar las plataformas de redes sociales con contenido falso, inflando artificialmente la popularidad de ideas específicas o creando la ilusión de un apoyo u oposición generalizados.


Si las personas sólo están expuestas a sus puntos de vista, quedarán aisladas de otras perspectivas. Esto lleva a la ignorancia y a perder el contacto con la realidad. Estas se denominan burbujas de filtro y cámaras de eco, donde los individuos están expuestos principalmente a información que se alinea con sus creencias existentes, reforzando sus perspectivas y limitando la exposición a diversos puntos de vista (Figa Talamanca, 2022). Las burbujas de filtro describen formas de aislamiento intelectual causadas exclusivamente por algoritmos (cuyas inferencias se basan en las elecciones de los usuarios). Por el contrario, las cámaras de eco las activan los propios usuarios. En un intento de mostrar al usuario contenido que se alinee con sus preferencias (y por supuesto aumentar el uso y poder monetizarlo), termina aislándolo de otras visiones y perspectivas. Una de las fuerzas impulsoras detrás de la monetización de las redes sociales en 2023 fue la llegada de publicaciones e historias que se pueden comprar. Estas funciones permiten a las empresas etiquetar productos directamente en sus publicaciones en las redes sociales, lo que facilita a los usuarios explorar y comprar los productos que descubren en sus feeds. Esto se lleva al extremo cuando el algoritmo sabe a qué apuntar específicamente y hace que la sociedad sea más vulnerable a estas estrategias; Además, las empresas pueden almacenar datos y crear perfiles de los usuarios para satisfacer sus deseos y necesidades de manera más específica, aunque esto también podría usarse para fines incorrectos, como vender información privada y confidencial.


Otra técnica ampliamente empleada es el uso y difusión de información errónea, que implica difundir información falsa o engañosa con la intención de engañar. Los actores estatales, los grupos políticos o personas malintencionadas pueden utilizar las plataformas de redes sociales para difundir información errónea, manipular la opinión pública, crear confusión o influir en los acontecimientos; lo que lleva a la división y afecta las opiniones sobre ciertos eventos como elecciones o partidos políticos. Comprender y explotar los algoritmos de las redes sociales es una técnica muy eficaz. Los creadores de contenido y los anunciantes pueden utilizar estratégicamente palabras clave, hashtags y tácticas de participación para aumentar la visibilidad de su contenido, aprovechando los mecanismos de los algoritmos para promover publicaciones populares o de tendencia. Las plataformas de redes sociales suelen emplear técnicas psicológicas para mantener a los usuarios interesados. Los manipuladores pueden hacer uso de estas características creando contenido cargado de emociones o "ragebait", y utilizando clickbait o técnicas persuasivas para influir en las opiniones y el comportamiento. Según un informe anual emitido por la Universidad de Oxford (Bradshaw, 2021) cuarenta y ocho países han desplegado propaganda computacional en nombre de un actor político. Desde 2018 ha habido más de 65 empresas que ofrecen propaganda computacional como servicio. En total, descubrieron que se han gastado casi 60 millones de dólares en la contratación de estas empresas desde 2009. El mismo informe afirma que la actividad de las tropas cibernéticas ha seguido aumentando en todo el mundo. Este año, encontraron evidencia de que 81 países utilizan las redes sociales para difundir propaganda computacional y desinformación sobre política. Esto ha aumentado con respecto al informe del año anterior, en el que identificaron 70 países con actividad de tropas cibernéticas.


Las consecuencias que estas estrategias de engaño tienen sobre el individuo y las comunidades pueden variar desde la falta de confianza hasta el otro extremo, que es el exceso de confianza o la confianza mal informada. La sociedad está perdiendo su individualidad al pensar demasiado y actuar porque se les dice qué hacer, qué pensar y adónde ir. Esto suele ser parte de la agenda de un gobierno o una empresa para influir en los partidos democráticos o crear y destruir tendencias. Las empresas también utilizan las visualizaciones de las personas para insertar anuncios y obtener ingresos de ello. El problema, a nivel gubernamental, es que la manipulación de las redes sociales representa una grave amenaza a los procesos democráticos. Las campañas de desinformación pueden influir en las elecciones, influir en la opinión pública y socavar la integridad de las instituciones democráticas, generando preocupaciones sobre la legitimidad de los resultados políticos. Es una alteración muy sutil de la democracia porque no es clara y visible de la forma en que podría serlo el fraude electoral. Es un sesgo inconsciente creado por las redes sociales que poco a poco inclina las perspectivas de las personas según la información que los usuarios ven en las redes sociales y cómo se ven influenciados por la información que consumen. Cuanta más gente se desplaza, más información ingieren y más se “aprovechan” de ellos.


Un artículo que habla de la manipulación de las redes sociales sobre el conocimiento y la precisión de las personas (Fitzpatrick, 2018), analiza las técnicas utilizadas para manipular a grupos e individuos para ciertos objetivos personales o monetarios. Uno de los principales temas que toca esta investigación es la pérdida de confianza en las organizaciones públicas y los gobiernos. Presenta algunas ideas sobre cómo los periodistas pueden superar los desafíos que plantean las redes sociales y reconstruir la confianza pública en el periodismo. Adoptar un enfoque de vuelta a lo básico para la presentación de informes prioriza la precisión y la verificación. Los periodistas pueden trabajar para recuperar y retener la confianza del público en la era de la manipulación de las redes sociales y las noticias falsas centrándose en confirmar la información encontrada en línea y colaborando con otras organizaciones de noticias a través de iniciativas como proyectos de verificación de hechos. Estos puntos resaltan el impacto significativo de las redes sociales en la formación de la opinión pública, los desafíos que plantea la difusión de noticias falsas y la importancia de mantener la integridad periodística frente a estos problemas. Se han observado varias tácticas como parte de los esfuerzos por manipular los medios y moldear la opinión pública en la era digital. Algunos ejemplos de estas técnicas que los líderes mundiales, como Donald Trump, han utilizado para manipular los medios e influir en la opinión pública incluyen el uso de plataformas de redes sociales, particularmente Twitter, para eludir los guardianes de los medios tradicionales y enmarcar historias y discursos en sus términos. Etiquetar a los principales medios de comunicación como “noticias falsas” socava su credibilidad y refuerza la percepción de que son medios sesgados o poco confiables, además de que pueden llamar a su fuente de información “noticias reales”. Hacer declaraciones no verificadas o controvertidas en las redes sociales para desviar la atención de problemas reales o probar la reacción del público ante ciertas ideas o políticas es una táctica que va de la mano de estas.


Las técnicas de manipulación que crean burbujas de filtro y cámaras de eco contribuyen a la polarización de la sociedad. Las personas están expuestas a puntos de vista extremos, que refuerzan los prejuicios existentes y reducen, o incluso eliminan, la posibilidad de un diálogo constructivo entre diferentes grupos ideológicos. Por ejemplo, el algoritmo de noticias de Facebook muestra a los usuarios contenido basado en sus interacciones pasadas, reforzando sus puntos de vista y opiniones; incluso si no son correctos o aceptados. Además, la exposición constante a este contenido, incluida la desinformación y el material cargado de emociones, puede tener efectos negativos en la salud mental. Cada vez que las personas ven una publicación nueva o dan un me gusta, la información libera dopamina, una "sustancia química que hace sentir bien" vinculada a actividades placenteras como pasatiempos, comida e interacción social. Las liberaciones constantes de estos químicos causadas por el desplazamiento interminable causan dependencia y una “adicción” debido a la necesidad constante de la sensación física que la dopamina crea en el cerebro. Las personas comienzan a desplazarse por más tiempo y necesitan constantemente estas sensaciones, lo que les lleva a perder el contacto con la realidad. La privación de estos sentimientos de placer y satisfacción puede provocar estrés y ansiedad. Es un problema grave porque es muy fácil (y los algoritmos son muy precisos) volverse adicto. Los usuarios pueden experimentar ansiedad, estrés o depresión como resultado de experiencias e interacciones en línea. En un aspecto menos químico, el uso de las redes sociales con mayor frecuencia aumenta el FOMO y los sentimientos de insuficiencia, insatisfacción y aislamiento. A su vez, estos sentimientos afectan negativamente tu estado de ánimo y empeoran los síntomas de depresión, ansiedad y estrés.


Según el Pew Research Center, el 69% de los adultos y el 81% de los adolescentes en Estados Unidos utilizan las redes sociales. Esto pone a una gran parte de la población en mayor riesgo de sentirse ansiosa, deprimida o enferma por el uso de las redes sociales. “Cuando el resultado es impredecible, es más probable que el comportamiento se repita. Piense en una máquina tragamonedas: si los jugadores supieran que nunca ganarían dinero jugando, entonces nunca jugarían”, dice Sperling. “La idea de una posible recompensa futura mantiene las máquinas en uso. Lo mismo ocurre con los sitios de redes sociales. Uno no sabe cuántos "me gusta" obtendrá una imagen, a quién le dará "me gusta" y cuándo recibirá "me gusta" la imagen. El resultado desconocido y la posibilidad de un resultado deseado pueden mantener a los usuarios interesados en los sitios”. Un estudio británico de 2018 relacionó el uso de las redes sociales con la disminución, la interrupción y el retraso del sueño, lo que se asocia con depresión, pérdida de memoria y bajo rendimiento académico. El uso de las redes sociales puede afectar la salud física de los usuarios de manera aún más directa.


Todo esto puede ser inconsciente ya que muchas o la mayoría de las veces no somos conscientes de que estamos digiriendo información y almacenándola. En el pasado sabíamos distinguir entre noticias verdaderas y falsas (Pennycook, 2021). Hoy en día apenas podemos notar la diferencia entre estas dos dimensiones, principalmente por cómo toda la información, independientemente de su veracidad, apela a nuestro intelecto y a la emoción haciéndonos creer en ella. La parte más peligrosa son las “medias verdades”. Estas declaraciones parecen y suenan reales, pero no muestran toda la verdad y ocultan el lado negativo. Esto puede llevarnos a aceptar inconscientemente esto como la verdad, ya que la mayoría de las veces las personas digieren el contenido sin crítica y no están acostumbradas a investigar y verificar los hechos. Todo esto, poco a poco, está afectando nuestra perspectiva del mundo y corroyéndola. Inconscientemente nuestras opiniones cambian y se deslizan en una dirección sin que nos demos cuenta.

“Apenas podemos notar la diferencia entre estas dos dimensiones, principalmente por cómo toda la información, independientemente de su veracidad, apela a nuestro intelecto y a la emoción haciéndonos creer en ella. La parte más peligrosa son las medias verdades”

Un artículo que habla específicamente sobre la manipulación de las redes sociales (Lee, 2021), analiza cómo los anuncios, anuncios y mensajes cuidadosamente elaborados llegan a los consumidores a través de la radio, la televisión, los periódicos, las revistas, las vallas publicitarias, los folletos, el correo y los carteles exhibidos por toda la ciudad. Se invierte una enorme cantidad de habilidad, esfuerzo, investigación y dinero en la creación de estos anuncios, exponiendo al ciudadano estadounidense promedio a más de 2.000 mensajes comerciales diariamente. No sorprende que el consumidor medio tienda a comprar aquellos productos que tienen anuncios atractivos o pegadizos. Este juego de “publicidad” se ha vuelto más fácil que nunca con las redes sociales; nos impide, como seres humanos, ser plenamente humanos. La propaganda hace que inconscientemente el público actúe de una manera que no necesariamente podría actuar por sí solo; ese es el objetivo de la propaganda (especialmente la propaganda moderna), influir en las masas lo suficientemente sutil como para que no se den cuenta. Es como si las redes sociales nos convirtieran en una especie de mente colmena (Rosenberg, 2017). Todo esto apunta a los centros de dopamina de las personas, lo que hace que permanezcan en las redes sociales y genera muchos problemas. Una gran cantidad de propaganda puede ser patrocinada por empresas o gobiernos con ciertos objetivos en mente.


Otro documento sobre tropas y cibertropas (Bradshaw, 2017), analiza el uso de la manipulación organizada de las redes sociales por parte de gobiernos y partidos políticos en varios países como Estados Unidos y Brasil. Esta investigación destaca una de las principales tácticas empleadas por empresas y gobiernos: las cibertropas. Las tropas cibernéticas utilizan estrategias como la creación de plataformas oficiales del gobierno, el uso de cuentas reales, falsas o automatizadas y la generación de contenidos como imágenes y videos. También varían en la valencia de sus mensajes, ya que utilizan un lenguaje progubernamental o se involucran en acoso y troleo. Las tropas cibernéticas difieren en sus formas organizativas, presupuesto, comportamiento y capacidad en diferentes países. Por ejemplo, algunos países tienen equipos altamente estructurados con jerarquías y estructuras de presentación de informes claras, mientras que otros tienen equipos menos organizados y supervisados. También depende de las organizaciones a las que pertenecen las tropas cibernéticas; pueden ser agencias gubernamentales, partidos políticos (Nimmo, 2019) o empresas privadas. En términos de presupuesto, los equipos de tropas cibernéticas varían en su gasto, y algunos países asignan recursos significativos a operaciones de manipulación de redes sociales.



Además, el comportamiento de las tropas cibernéticas puede diferir: algunos equipos son monitoreados y revisados de cerca por sus superiores, mientras que otros operan con una coordinación más débil entre agencias o equipos. En general, las capacidades de las tropas cibernéticas en términos de presupuesto, comportamiento y formas organizativas pueden variar ampliamente según el país. Algunos ejemplos de países que han sido acusados de utilizar tácticas de manipulación en línea para influir en las elecciones incluyen Corea del Sur, Brasil, Rusia y Estados Unidos. Esta es una preocupación creciente porque, con la implementación de la inteligencia artificial, ya no se necesitan personas para crear esta información; Todo estará automatizado con IA y será aún más preciso y perjudicial para los partidos democráticos y las organizaciones públicas.


Para reducir estas amenazas insidiosas, necesitamos un enfoque multifacético que involucre a los usuarios, las plataformas de redes sociales y los organismos reguladores. Abordar la manipulación de las redes sociales requiere una regulación efectiva, pero lograr un equilibrio entre la libertad de expresión y la prevención del abuso es un desafío en sí mismo. Los gobiernos y las plataformas de redes sociales enfrentan dificultades para elaborar e implementar políticas que frenan la manipulación sin sofocar el discurso legítimo. Además, la colaboración entre las partes interesadas es crucial para desarrollar marcos regulatorios eficaces que salvaguarden la integridad de los espacios en línea respetando al mismo tiempo los principios fundamentales de la libertad de expresión y toma de decisiones. Es crucial promover la alfabetización digital y el pensamiento crítico, dotar a los usuarios de habilidades para evaluar críticamente la información en línea, identificar técnicas de manipulación y buscar diversos puntos de vista. Las plataformas de redes sociales deben esforzarse por lograr una mayor transparencia en sus algoritmos y políticas de moderación de contenidos. Los usuarios merecen comprender cómo se les presenta el contenido y tener confianza en que las plataformas están abordando activamente los intentos de manipulación. Por último, es necesario desarrollar marcos regulatorios que equilibren la libertad de expresión con la necesidad de frenar las prácticas de manipulación nocivas. Esto requiere colaboración entre gobiernos, plataformas y organizaciones de la sociedad civil para crear un entorno en línea saludable.


Las plataformas de redes sociales deben ser responsables de combatir la desinformación y reconstruir la confianza. La transparencia es clave. Las plataformas deben ser más abiertas sobre cómo funcionan sus algoritmos y los criterios utilizados para seleccionar el contenido. Asociarse con organizaciones de verificación de datos es crucial para identificar y etiquetar la información errónea, garantizando que la información precisa reciba una mayor visibilidad. Degradar el contenido manipulador es otro paso importante. Los algoritmos deben diseñarse para reducir el alcance del contenido que explota sus mecanismos o manipula las emociones de los usuarios mediante el sensacionalismo o el alarmismo. Además, verificar las identidades de los usuarios puede ayudar a mitigar el impacto de las cuentas falsas y los robots automatizados que a menudo se utilizan para difundir información errónea. Finalmente, empoderar a los usuarios con la capacidad de denunciar contenido sospechoso y señalar información errónea permite a la base de usuarios convertirse en participantes activos en el mantenimiento de un entorno en línea saludable. La veracidad de la información y la confianza en los medios debería ser la máxima prioridad, no la monetización de estas tecnologías. Es complicado confiar en las redes sociales cuando una gran mayoría de la información es manipulada y alterada.


Es esencial desarrollar regulaciones que responsabilicen a las plataformas por las prácticas de moderación de contenidos y el control de la desinformación. Estas regulaciones deben diseñarse para lograr un delicado equilibrio, protegiendo la libertad de expresión y al mismo tiempo garantizando que las plataformas asuman la responsabilidad del contenido que puede tener un impacto en el mundo real en los usuarios y la sociedad en general. Además, apoyar las iniciativas de alfabetización mediática permite que los programas educativos doten a los ciudadanos de las habilidades de pensamiento crítico necesarias para navegar en el panorama de la información en línea. Esfuerzos de investigación dirigidos a Los actores maliciosos también son críticos. Identificar y abordar campañas de desinformación coordinadas o patrocinadas por el Estado puede ayudar a prevenir la utilización de las redes sociales como armas para la manipulación política o social.


El paso más crítico para solucionar la falta de confianza en las redes sociales y los organismos gubernamentales oficiales consiste en empoderar a los usuarios con las herramientas de la alfabetización digital. Muchos usuarios carecen de las habilidades para evaluar críticamente el contenido en línea. Desarrollar estas habilidades de pensamiento crítico, cuestionamiento e investigación es primordial. Los usuarios deben aprender a identificar prejuicios, verificar información y tener cuidado con el contenido cargado de emociones que explota sus sentimientos. Un entorno en línea saludable requiere que los usuarios se conviertan en consumidores de información exigentes, que busquen activamente perspectivas diversas y fuentes confiables en lugar de depender únicamente de información que confirme sus creencias existentes. Además, el comportamiento responsable en línea exige precaución antes de compartir información. Verificar la precisión es crucial para evitar difundir información errónea sin saberlo y dañar potencialmente a otros. Apoyar el periodismo y las fuentes de noticias de calidad también desempeña un papel vital. Suscribirse a medios de noticias creíbles con el compromiso de verificar los hechos y realizar informes en profundidad proporciona a los usuarios una fuente confiable de información para contrarrestar la difusión de información errónea.

“Un entorno en línea saludable requiere que los usuarios se conviertan en consumidores de información exigentes”

Más allá de estas medidas básicas, la exploración de soluciones tecnológicas es prometedora. La tecnología Blockchain, con sus capacidades de mantenimiento de registros a prueba de manipulaciones, podría potencialmente crear un registro de información en línea más seguro y confiable para tener responsabilidad y un historial rastreable. Las plataformas descentralizadas de redes sociales, que no están controladas por una sola entidad, también pueden ofrecer un entorno alternativo menos susceptible a la manipulación. Finalmente, desarrollar herramientas para detectar y abordar sesgos dentro de los algoritmos de las redes sociales es un esfuerzo continuo para garantizar que la información presentada a los usuarios siga siendo justa y objetiva.


Las redes sociales han contribuido significativamente a la difusión de noticias falsas y a la manipulación de los medios al proporcionar una plataforma para la rápida difusión de información engañosa o inexacta a una amplia audiencia. La facilidad para compartir contenido en las plataformas de redes sociales ha permitido que las noticias falsas (o cualquier noticia que horrorice a la audiencia) lleguen a millones de personas con un solo clic, lo que lleva a la manipulación de la opinión y las percepciones del público. Los algoritmos presentan información de acuerdo con lo que le gusta ver, lo que refuerza las opiniones y conduce potencialmente a la polarización social.


El informe de Oxford sobre las tropas cibernéticas concluyó que durante el último año, las empresas de redes sociales han tomado medidas importantes para combatir el uso indebido de sus plataformas por parte de las tropas cibernéticas. Los anuncios públicos de Facebook y Twitter entre enero de 2019 y noviembre de 2020 revelan que las plataformas han eliminado más de 317.000 cuentas y páginas. Sin embargo, las tropas cibernéticas que operan en todo el mundo todavía han gastado casi 10 millones de dólares en publicidad política. El cambio es posible y está ocurriendo, pero debe obtener el apoyo que necesita.


El potencial de las redes sociales para la conexión y la información sigue siendo innegable. Sin embargo, la insidiosa amenaza de manipulación proyecta una larga y oscura sombra. Nosotros, los usuarios, las plataformas y los reguladores, nos encontramos en una encrucijada. ¿Sucumbirá la sociedad a las fuerzas manipuladoras que erosionan la confianza, dividen a las sociedades y amenazan la democracia? ¿O aprovecharemos el poder colectivo del pensamiento crítico y la colaboración con las empresas, especialmente aquellas que abren su información, para garantizar que las redes sociales sigan siendo una fuerza para el bien?


La elección es nuestra. Este no es un desafío que deban afrontar unos pocos elegidos; requiere la participación activa de todos los participantes. Los usuarios deben convertirse en consumidores de información exigentes y utilizar las herramientas de la alfabetización digital para evaluar críticamente el contenido en línea. Las plataformas deben priorizar la transparencia y la rendición de cuentas, fomentando un entorno en línea saludable y libre de manipulación. Por último, es necesario establecer marcos regulatorios que logren un delicado equilibrio entre salvaguardar la libertad de expresión y frenar las prácticas maliciosas. El camino que tenemos por delante no está exento de complejidades, pero seguirá siendo lleno de peligros y extremadamente complejo. Pero al fomentar una cultura de pensamiento crítico, colaboración y responsabilidad ética, podemos transformar el arma de doble filo de las redes sociales en una poderosa herramienta para el progreso. La pregunta persiste: ¿estamos a la altura del desafío? 


Referencias: 

  1. Bradshaw, S., & Howard, P. (2017). Troops, Trolls and Troublemakers: A Global Inventory of Organized Social Media Manipulation. In Computational Propaganda Research Project (pp. 1–37). Oxford Internet Institute.

  2. Bradshaw, S., Bailey, H., & Howard, P. N. (2021). Industrialized disinformation: 2020 global inventory of organized social media manipulation. Computational Propaganda Project at the Oxford Internet Institute.

  3. Clark, M.C., and R.L. Payne. 1997. The nature and structure of workers’ trust in management. Journal of Organizational Behavior 18: 802-224.

  4. Del Vicario, M., Bessi, A., Zollo, F., Petronic, F., Scala, A., Caldarelli, G., Stanley, H., & Quattrociocchi, W. (2016). The spreading of misinformation online. Proceedings of the National Academy of Sciences. Retrieved from goo.gl/ycD4DR

  5. Figà Talamanca, G., & Arfini, S. (2022). Through the Newsfeed Glass: Rethinking Filter Bubbles and Echo Chambers. Philosophy & technology, 35(1), 20. https://doi.org/10.1007/s13347-021-00494-z

  6. Fitzpatrick, Neill. "Media manipulation 2.0: the impact of social media on news, competition, and accuracy." Athens Journal of Mass Media and Communications 4.1 (2018): 45-62.

  7. Jones, G.R., and J.M. George. 1998. The experience and evolution of trust: Implications for cooperation and teamwork. Academy of Management Review 23(3): 531-546.

  8. Lee, K., Tamilarasan, P., & Caverlee, J. (2021). Crowdturfers, Campaigns, and Social Media: Tracking and Revealing Crowdsourced Manipulation of Social Media. Proceedings of the International AAAI Conference on Web and Social Media, 7(1), 331-340. https://doi.org/10.1609/icwsm.v7i1.14384

  9. Nimmo, B., & Howard, P. N. (2019). The disinformation order: Disruptive communication and the decline of democratic institutions. Oxford University Press.

  10. Pennycook, Gordon, and David G. Rand. "The psychology of fake news." Trends in cognitive sciences 25.5 (2021): 388-402. 


Publicado en Dissensio edición 1, con el título " La espada de doble filo: Revelando el lado oscuro de la manipulación de las redes sociales", página 47


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